Vapear ya no es solo una moda pasajera entre adolescentes. Se ha consolidado como un hábito que ha superado al de fumar. Solo en Europa, el 44% jóvenes entre 15 y 16 años ha probado el vapeo al menos una vez y el 22% afirma consumirlos con regularidad, un escenario que ha sido calificado como “preocupante” por la OMS. A simple vista, un vapeador puede parecer inofensivo. Este pequeño y discreto dispositivo emite vapor en lugar de humo y sus cartuchos de sabores dulces o afrutados muchas veces camuflan el gusto amargo de la nicotina. Aún así, liberan esta sustancia adictiva, pudiendo afectar a los cerebros jóvenes en desarrollo.
Ahora, un nuevo estudio que se publica este miércoles en la revista Tobacco Control refuerza estos antecedentes con nuevas evidencias. Liderado por investigadores del Reino Unido, el trabajo analizó 56 revisiones sistemáticas que, en conjunto, abarcan 384 estudios sobre el uso de vapeador en menores de 25 años. Y pese a que los análisis variaban en calidad, todos llegaron a conclusiones similares: los jóvenes que vapean tienen hasta tres veces más probabilidades de iniciarse en el consumo de cigarrillos convencionales que aquellos que no lo hacen.
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