La presión en el pecho, la hiperventilación o la tensión muscular son síntomas típicos de este cuadro, que, para reducirlo, la respiración ocupa un papel esencial

“La ansiedad es una respuesta del cuerpo, la mente y la conducta ante un peligro real o imaginado o un cambio en el ambiente que vemos como amenazante”, define a CuídatePlus el psicoterapeuta Raúl Padilla, quien aclara que se trata de una reacción “completamente normal”. La forma más simple de ansiedad es lo que el experto llama reflejo de orientación, que se refiere a cuando “tenemos un estímulo que nos llama la atención y dejamos todo lo que estamos haciendo para mirarlo, como si se detuviera todo para ver qué es”.

Si hay algo que está motivando ese reflejo inicial (por ejemplo, un conflicto personal), “se moviliza toda nuestra energía para poner una solución al problema. Esto requiere de nuestros recursos, que son lanzados por la ansiedad”, explica Padilla. En este punto, el experto distingue entre una ansiedad sana, que es aquella que busca resolver el conflicto; y la insana, “que va más allá de todo eso y no tiene ningún fin concreto, simplemente es una hiperactivación que no sirve para solventar nada”.

La ansiedad se manifiesta de manera distinta en cada caso. Por ejemplo, no siempre tiene que darse la hiperactivación mencionada, sino que la persona puede sentirse muy cansada. De cualquier forma, Padilla señala que, en general, se producen cambios:

A nivel vascular: mayor presión sistólica y frecuencia cardiaca.  A nivel muscular: tensión, presión en el pecho, entumecimiento de las extremidades, cansancio…

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