Después de comer solemos quedarnos sentados o pasar directamente al descanso. Sin embargo, un paseo breve justo después de la comida puede aportar beneficios a tu vida. No se trata de entrenar ni de exigir al cuerpo, sino de activar un hábito ligero que acompaña la digestión.
Caminar entre 5 y 10 minutos tras comer ayuda a suavizar ciertos procesos internos y puede convertirse en un recurso práctico para el día a día. A continuación te contamos qué ocurre en tu cuerpo cuando adoptas este hábito.
1. Regula la respuesta de la glucosa
Al terminar una comida, los niveles de glucosa en sangre tienden a elevarse de manera rápida. Si permaneces sentado, ese pico puede ser más pronunciado. En cambio, caminar a un ritmo cómodo durante unos minutos activa los músculos, que utilizan parte de esa glucosa como energía. El resultado es un aumento más gradual y controlado, lo que favorece una mejor gestión metabólica.
2. Favorece el vaciado gástrico
El movimiento ligero estimula la motilidad intestinal y puede contribuir a que los alimentos avancen con mayor fluidez por el sistema digestivo. Esto no significa que caminar evite la sensación de pesadez en todos los casos, pero sí puede apoyar el proceso natural de vaciado gástrico. Para muchas personas, esto se traduce en una digestión más llevadera.
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