Seguir ciertas pautas de hidratación y realizar un buen calentamiento son algunas claves para sacar el máximo provecho al entrenamiento en esta época del año

Salir a correr, jugar al pádel o disputar el balón en un partido de fútbol. Con el frío, practicar deporte al aire libre se complica porque, ¿a quién le apetece salir con el termómetro a escasos grados? Y, sin embargo, el invierno no es excusa para dejar el ejercicio físico a un lado. Eso sí, siempre viene bien tener en cuenta ciertos aspectos para que el entreno invernal sea posible.

Acerca de cómo pueden afectar las bajas temperaturas al rendimiento, Gonzalo Correa, presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (Semed-Femede), señala que estas provocan efectos fisiológicos como:

  • Vasoconstricción (estrechamiento de los vasos sanguíneos para regular la temperatura y la presión).
  • Aumento del metabolismo con un mayor gasto energético.
  • Mayor consumo de oxígeno asociado.
  • Elevación de la frecuencia cardíaca para dar soporte a la demanda. “En situaciones de frío, el organismo trabaja para compensar la pérdida de calor y mantener una temperatura adecuada, por lo que la frecuencia cardíaca aumenta en términos generales”, explica el especialista.
  • Incremento de catecolaminas (grupo de hormonas y neurotransmisores encargadas de preparar el cuerpo para la respuesta al estrés) al activarse el sistema nervioso simpático.

Esos signos, afirma el experto, son más propios en deportes de predominio aeróbico que anaeróbico. Asimismo, en situaciones de viento y humedad, “el organismo tiene que trabajar más para compensar la pérdida de calor y, por ello, podría mermar el rendimiento”. Por otra parte, el frío también puede influir en el riesgo de lesiones. En este sentido, Correa detalla que la musculatura se contrae y hay menos elasticidad: “Por tanto, el tendón también se estresa más y puede influir en mayor índice de lesiones musculoesqueléticas”.

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