Varios estudios recientes demuestran que la conectividad del cerebro, el rendimiento académico y el aprendizaje no es el mismo si se toman apuntes de forma ‘artesanal’ que si se hace con dispositivos como un portátil

Las nuevas generaciones, nativos digitales, todavía alternan costumbres analógicas como tomar apuntes a mano con las más digitales como hacerlo tecleando en un ordenador portátil u otros dispositivos. En la comunidad educativa actual conviven estas dos formas de escribir a mano o con un teclado, pero la ciencia demuestra que no tienen el mismo impacto en los estudiantes. Los apuntes artesanales siguen siendo la mejor herramienta para tener un alto rendimiento académico, mientras que escribir en un ordenador en lo único que ayuda a los alumnos es a escribir más cantidad de contenido que de forma manual. Así se desprende de un metaanálisis de 24 estudios en universitarios que firman investigadores de centros como la Georgia Southern University y la University of Nebraska–Lincoln, en Estados Unidos, o la Universidad de Poitiers, en Francia.

La principal conclusión de este pormenorizado análisis es que los apuntes escritos a mano son más útiles para estudiar y potencian más la memoria que las anotaciones que son mecanografiadas. Se aprecia en los resultados una mejora clara en el rendimiento académico de los estudiantes que apuestan por el método tradicional de los apuntes a mano.

Además, en esta línea aparecen varios trabajos científicos recientes al respecto que refuerzan esta idea. Un estudio reciente, llevado a cabo en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega, examinó el impacto diferencial entre la escritura a mano y la mecanografía en la conectividad cerebral. El resultado vuelve a ser favorable al modo tradicional: tomar apuntes a la antigua potencia la actividad cerebral.

Este trabajo científico realizado en Noruega se basó en seleccionar a 36 estudiantes, a quienes se les evaluó la actividad cerebral mediante electroencefalografía de alta densidad. Se les colocó un elevado número de electrodos sobre el cuero cabelludo para registrar la actividad eléctrica del cerebro. Los participantes debían escribir palabras utilizando un bolígrafo digital en una pantalla táctil o un teclado, mientras se registraba su actividad cerebral mediante electroencefalograma (EEG).

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